X TRIESTE FESTIVAL INTERNACIONAL POETRY SLAM (ITALIA)
15-16 Abril 2016
Caffé di San Marco (Trieste-Italia)
Christian Sinicco es un poeta italiano, coordinador junto a otros poetas del Trieste International Slam, que se realiza desde hace 10 años en la ciudad italiana. Me contactó hace un par de meses, para ser uno de los dos invitados internacionales (junto a mi buen amigo, el poeta belga Simon Raket), que se sumarían al campeón italiano, Simone Savongin, la poeta Silvia Salvagnini y a dos slammers locales, que saldrían de rondas previas.
Tras un día de paseo por la ciudad de Trieste, cuna cultural, y famosa por el paso, entre otros muchísimos artistas, del escritor James Joyce, nos reunimos en el mítico Café Di San Marco, una joya centenaria, que conserva aún el olor y el aura histórico. Ahora, además, librería y centro de actos culturales.
Finalistas del X Trieste Internacionall Slam: Salva Soler y Simon Raket |
Los seis finalistas del Slam, hicimos dos poemas cada uno y los dos mejores, pasamos a una final, donde el vencedor saldría de una votación a mano alzada. Lo curioso fue, que, sin proyector, los poemas de Simon Raket y míos eran leídos en una traducción al italiano, tras nuestra intervención,
Fue una sensación curiosa y muy agradable, escuchar a un poeta recitar en italiano tu propio texto, tras haberlo interpretado tú.
Una maravilla!
En la final, nos colamos Simon y yo y él fue el vencedor en la votación final.
Los poemas que interpreté fueron "Quiero", "Aire de globo" y "Hago lo que puedo".
Tras el evento, nos fuimos todo el "equipo" a cenar pizza y beber grappa.
Esas cosas que se hacen cuando visitas, como era mi caso, Italia por vez primera.
Gracias a todos por la acogida, el cariño y hacernos sentir como en casa.
No puedo negar que una de las mayores fortunas que me ha traído la poesía oral, el poetry slam y éstos tres años de actuaciones poéticas, es el poder viajar.
Mi primera vez en Italia, me resultó un regalo completo, cuando pude escaparme cuatro horas desde el aeropuerto de Treviso a Venecia y recorrer sus calles, canales y su mística.
Me sentí verdaderamente un afortunado y miré en mi mente, durante un rato, hacia atrás.
Jamás hubiera soñado que algo tan íntimo como escribir, me llevaría a lugares tan diversos. Jamás.
El día en Venecia fue loco, rápido, poco tiempo para demasiadas cosas que ver, pero el suficiente para empaparme de belleza y llegar a permitirme parar, sentarme, respirar y simplemente, observar.
Todo un regalo para una vorágine incansable de meses trepidantes.
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